Ayer estuve hasta tarde escribiendo la anterior entrada. Ya en la cama, para coger el sueño, leí un rato El mal de Montano. Quizás por eso haya soñado esta noche que rescribía Dar al César de Marguerite de Yourcenar. Estaba entusiasmado con esta obra dramática así que decidía volverla a escribir yo mismo, pero cambiándola, pensaba, cambiándola.
No obstante, ahí me descubría, con el librito abierto a mi izquierda y el ordenador a mi derecha cogiéndome a mí mismo en flagrante delito de plagio. Todos los cambios se reducían a pasar la historia de la Italia de Mussolini, a la España de Franco (Francisco, no Jesús, se entiende) modernizando un tanto el lenguaje por el camino.
A las pocas horas, cuando ya estaba terminando mí tarea de escritor (de copista) me hacía notar a mi mismo que por eso podía ir a la cárcel, y me preguntaba, ¿por qué no lo has escrito en forma de novela en vez de hacer una obra dramática? Se me olvidó, me respondía. Y aún yo me contestaba, mete algún cambio para disimular, anda. Y yo claro, solícito conmigo mismo, decidía saltarme la penúltima escena y buena parte de la última (ahora me doy cuenta que así sucede en Vampir-Cuadecuc). Hm, está bien, no sé si nos van a pillar, por suerte hemos cambiado el final.
Por otro lado, en mi vida he pasado de la decena de páginas de Rendre à Cesar (Dar al César), de Marguerite de Yourcenar.
No obstante, ahí me descubría, con el librito abierto a mi izquierda y el ordenador a mi derecha cogiéndome a mí mismo en flagrante delito de plagio. Todos los cambios se reducían a pasar la historia de la Italia de Mussolini, a la España de Franco (Francisco, no Jesús, se entiende) modernizando un tanto el lenguaje por el camino.
A las pocas horas, cuando ya estaba terminando mí tarea de escritor (de copista) me hacía notar a mi mismo que por eso podía ir a la cárcel, y me preguntaba, ¿por qué no lo has escrito en forma de novela en vez de hacer una obra dramática? Se me olvidó, me respondía. Y aún yo me contestaba, mete algún cambio para disimular, anda. Y yo claro, solícito conmigo mismo, decidía saltarme la penúltima escena y buena parte de la última (ahora me doy cuenta que así sucede en Vampir-Cuadecuc). Hm, está bien, no sé si nos van a pillar, por suerte hemos cambiado el final.
Por otro lado, en mi vida he pasado de la decena de páginas de Rendre à Cesar (Dar al César), de Marguerite de Yourcenar.
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