Todo eso me contó. Que habían conversado en el tren llegando ya a la estación, que más tarde había oído la noticia en la radio o la había leído en el periódico. O que quizás la había visto en la televisión, no puedo asegurar si era él o soy yo quien lo ha olvidado. En todo caso me la dijo citando. Falsamente claro. Dando a entender que, aunque no fuera exactamente eso lo que habían dicho, era más o menos eso lo que habían dicho e incluso bien podía ser exactamente eso.
Luego añadió que la chica llegaba tarde.
- Me dijo que llegaba tarde.
Resulta que el tren había salido con un cuarto de hora de retraso. Según me contó ella se dio cuenta llegando ya a la estación, era poco probable que le diera tiempo a coger el AVE que la llevaría a Madrid donde, siempre según lo planeado, cogería el vuelo hasta Nuakchott para luego ir hacia el campamento en las cercanías de Oulata. Te das cuenta, me dijo despegando la espalda de la silla para acercarse, que esa chica puede haber y puede no haber estado allí. Y luego, si se escapó, si no llegó a coger el tren y por lo tanto no llegó a vivir el punch, me pregunto cómo habrá dormido. O más bien qué habrá pensado en la cama, justo antes dormirse, sin poder hacerlo. Me pregunto si se habrá podido quitar de la cabeza una cosa que no ha pasado y que se pega a la piel como si lo hubiera hecho. Que se pega a la piel como si lo hubiera hecho, eso me dijo. Luego nada. Discutimos un poco sobre fútbol y otras banalidades que no merecen atención alguna.
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