martes, 16 de septiembre de 2008

Three men and a baby

En el interior del texto “El remake cinematográfico y la comunicación intercultural” de Concepción Cascajosa se compara una ligera comedia francesa llamada Trois hommes et un couffin con su remake hollywoodiense Three men and a baby. Las diferencias entre las dos películas, que distan dos años en el tiempo, son notables. Ambas reproducen el mismo argumento básicamente pero tienen un tratamiento diferente. Las situaciones incómodas que se planteaban en la versión francesa se convierten en un cándido optimismo típicamente norteamericano. Uno de los principales temas de la primera versión era la de cuestionar el papel de la masculinidad ante la crisis de los roles tradicionales, mientras que por el contrario en la versión yankee la masculinidad de los protagonistas sale reforzada. Éste es un típico caso de lo que la industria del cine norteamericana viene haciendo últimamente. Ante la crisis de ideas que asola Hollywood los productores van a la búsqueda de ideas novedosas en otras cinematografías ajenas a la suya. Buscan un guión con alguna idea curiosa para a continuación ensamblarlo en el esquema ideológico y de valores americano y producir así un producto fácilmente consumible y asimilable a lo largo y ancho del mundo. Eso es así porque el lenguaje del cine de Hollywood es casi consubstancial a la vida del occidental, nos transporta a la infancia, a las tardes de domingo, a la publicidad televisiva en el momento de máxima emoción. Es esa repetición de motivos en la que nos sentimos cómodos. Nos sentimos como en casa. En la que siendo extranjeros conocemos las avenidas de New York, el Cañón del Colorado, las fiestas de fin de curso en los High School, los desfiles del día de San Patricio, las ferias comerciales del condado, los copiosos desayunos familiares con tortitas y huevos, las bombas con temporizadores de números rojos, los clips que abren todas las puertas, los coches que destrozan puestos de frutas al salirse de la calzada y así hasta el infinito.


1 comentario:

Kamikatze dijo...

La Yankee era una de les meves pel·lis preferides entre els 8 i els 12 anys. Tres guaperes fent-se càrrec d'un nadó i un ascensor amb motius dels vuitanta és tot el que jo podia demanar. Pel·li perfecta per a trentanyeres solterones i nenes com jo. Oh, Tom Selleck, estrany ídol de masses.